Premio Derechos Humanos Cladem
Majestades
Dignatarios-as de Gobierno y de la Sociedad Civil
Amigas y Amigos presentes:
En nombre de las organizaciones y compañeras asociadas en el
Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los
Derechos de la Mujer, CLADEM, quiero manifestar nuestro
agradecimiento por el otorgamiento del Premio Rey de España a los
Derechos Humanos, en su Tercera Edición.
El CLADEM surge de un grupo de compañeras feministas
latinoamericanas que convergen en Nairobi durante la Tercera
Conferencia Mundial sobre la Mujer, donde se lleva a cabo un
encuentro sobre las mujeres la ley y el desarrollo.
Este evento les
permite constatar la similitud de esfuerzos adelantados por sus
organizaciones para que en sus respectivos países se eliminaran
los contenidos legales adversos y discriminatorios frente a las
mujeres; tarea que requería gran trabajo y creatividad que no
siempre obtenía los resultados esperados.
Igual situación
comprobaron en sus continentes las feministas asiáticas y africanas.
Frente a ese panorama, comenzó a gestarse una propuesta
reflexiva en torno al papel del derecho y a las estrategias que
podrían desarrollarse para hacer más efectivo su accionar Dos años
mas tarde, un grupo mas amplio de feministas reunidas en Costa
Rica, optan por crear un espacio socio jurídico que asuma la tarea
de convocar a muchas mujeres para articular esfuerzos, potenciar
análisis y resultados buscando cambios fundamentales que
contribuyeran a la ampliación de la democracia en nuestra región
teniendo como estrategia de transformación el uso del derecho para
superar la exclusión y discriminación de las mujeres.
Hace 20 años,
este grupo, se constituye legalmente, con sede en la ciudad de
Lima, Perú.
El primer gran reto asumido colectivamente fue el de
contribuir a la promulgación de leyes en contra de la violencia
hacia la mujer.
Convencidas de que este fenómeno universal es
una de las manifestaciones tangibles de la discriminación contra las
mujeres, CLADEM acometió la tarea de sumar esfuerzos para la
formulación de leyes que sancionaran la violencia contra las
mujeres.
En menos de 10 años, casi todos los países de América
latina poseían una ley que la proscribía, logrando con ello:
1. Que el derecho incursionara en el ámbito doméstico, para
establecer mecanismos relacionales basados en la igual dignidad
de las personas, en derechos y deberes mutuos, en contravía de lo
legitimado como potestativo del jefe de familia para ejercer derecho
de vida y en algunos casos de muerte, sobre su esposa e hijos-as.
2. La utilización de esta herramienta legal, no solo produjo cambios
en la vida de las mujeres, también, en buena medida, en la
percepción y las valoraciones de los administradores de justicia y de
la sociedad en general acerca de la violencia contra las mujeres:
así,
una expresión cultural patriarcal establecida y legitimada, se torna
socialmente repudiable y jurídicamente sancionable.
Independientemente de que esa violencia se siga produciendo, se
ha ido instalado en la conciencia colectiva como un delito.
Otro reto, se plasma en nuestra incursión en los espacios
internacionales y regionales creados para garantizar los
derechos humanos: las conferencias mundiales de Derechos
Humanos, la de la Mujer, la de Población y desarrollo, entre otras,
fueron la puerta de entrada.
La producción de información, la
realización de tribunales específicos, los petitorios, los informes
producidos contribuyeron a que el sistema universal,
paulatinamente incorporara explícitamente en su discurso la
necesidad de garantizar la no discriminación y hacer visibles las
formas en que ella se expresa en todos los campos de la vida de las
mujeres, y las consecuencias que la opresión y subordinación
produce en los procesos de desarrollo social.
Nuestro esfuerzo y
experiencia se enriqueció en el debate con el movimiento mundial
de mujeres, al compartir saberes y trazar estrategias colectivas.
Como todo producto histórico debe dar razón de su tiempo, en
nuestro empeño fuimos descubriendo la necesidad de cambiar el
derecho para que sus concepciones incluyeran las perspectivas de
las mujeres, haciendo visibles las diferencias que subyacen al
hecho de ser mujer en una sociedad patriarcal y que al ignorarse,
pueden convertir un tratamiento igual en injusticia.
Nuestros
cuestionamientos a las concepciones androcéntricas del derecho y
de la administración de justicia ganaron espacios de debate en los
ámbitos judiciales y académicos al mismo tiempo que apoyábamos
en toda la región las acciones afirmativas que conducían a disminuir
desigualdades históricas dando paso a un mayor posicionamiento
de las mujeres en espacios de decisión sociales y políticos.
Los retos fueron creciendo y las tareas se fueron diversificando:
las propuestas de ley, las mesas de trabajo, las asambleas
constituyentes en un período de reformas o consagración de
nuevas constituciones, y la asistencia legal a las mujeres que nos
llevaría hasta el litigio internacional.
Convencidas de que la igualdad ante la ley no significa
necesariamente igualdad frente a la vida, hemos buscado incidir en
la construcción de políticas públicas para lograr transformaciones
culturales que propendan de un lado, por el afianzamiento de la
igualdad y la universalidad reconociendo la diversidad y de otro, que
provean los medios para garantizar mayores oportunidades a
quienes se ha puesto socialmente en situación de desventaja.
Los Comités que monitorean el cumplimiento de los estados con
respecto a los tratados internacionales con sus observaciones y
recomendaciones generales nos han dotado de herramientas para
la exigibilidad frente a nuestros estados.
En la alianza con otras, el CLADEM ha contribuido en América
latina y el Caribe hispano al reconocimiento de derechos para las
mujeres que ya existían pero que a nosotras se nos negaban; a la
formulación de nuevos derechos y al surgimiento de campos
innovadores para el derecho en ámbitos definitorios de la intimidad
y la identidad, que necesitan ser incorporados al ideario libertario y
tornarse intangibles para cualquier tipo de poderes.
Para fortalecer estos desarrollos de la igualdad y la autonomía personales es que
defendemos el Estado de derecho y al mismo tiempo respetuosas
del derecho de toda persona a diversas profesiones,
manifestaciones de fe y otras espiritualidades o la ausencia de
ellas, propendemos por los estados laicos para que los planes de
vida de las personas respondan al libre desarrollo de la
personalidad.
Democracia interna y Alianzas:
Internamente hemos buscado la coherencia para aclimatar una
participación realmente democrática.
Tanto la estructura para la
toma de decisiones como el ejercicio mismo de decidir son
cuidadosamente adelantados y promovidos para que cada
articulación nacional y dentro de ellas, cada organización o
compañera, pueda proponer o disentir como un ejercicio de
autonomía.
Actuar con otras y otros, asumirnos como actoras políticas, ha
potenciado la construcción de alianzas con nuestras pares, con el
movimiento de derechos humanos y con diversos movimientos
sociales.
Somos tributarias del movimiento feminista regional e
internacional y propendemos por el fortalecimiento de la sociedad
civil afirmada en los derechos humanos, lo que nos lleva
necesariamente a trabajar por la igualdad entre varones y mujeres,
no solo como inclusión, sino como pares que aportan nuevas
visiones para la construcción de una sociedad más plural y pacífica.
Las alianzas nos han enseñado que mas allá de sumar fuerzas, nos
compelen al diálogo, a reconocernos, contribuyendo a
reconceptualizar nuestras propias metas y a ampliar el universo de
nuestras visiones.
En el rol de defensoras de derechos humanos hemos debido
enfrentar los embates del poder ejercido por algunos gobernantes
que consideran que quienes los defienden, exigen, o denuncian sus
violaciones, son enemigos-as del Estado.
Por esto, el otorgamiento
del Premio Rey de España de Derechos Humanos tiene para
nosotras una inmensa significación: En primer lugar, es un claro
respaldo al trabajo realizado y en segundo lugar, al emanar de
instituciones que han contribuido a aclimatar la democracia en
España, reafirma la legitimidad de nuestro esfuerzo, su validez ética
y finalmente, la mirada sobre nuestros países se convierte en apoyo
protector que nos demuestra que no estamos solas.
Al mismo tiempo se erige en reto para seguir adelante, diversificando
nuestras acciones para lograr concretar el ideal de que las mujeres
vivamos una vida libre de violencias y discriminaciones.
Para el pueblo español y sus autoridades, renovamos nuestro
agradecimiento.
Dignatarios-as de Gobierno y de la Sociedad Civil
Amigas y Amigos presentes:
En nombre de las organizaciones y compañeras asociadas en el
Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los
Derechos de la Mujer, CLADEM, quiero manifestar nuestro
agradecimiento por el otorgamiento del Premio Rey de España a los
Derechos Humanos, en su Tercera Edición.
El CLADEM surge de un grupo de compañeras feministas
latinoamericanas que convergen en Nairobi durante la Tercera
Conferencia Mundial sobre la Mujer, donde se lleva a cabo un
encuentro sobre las mujeres la ley y el desarrollo.
Este evento les
permite constatar la similitud de esfuerzos adelantados por sus
organizaciones para que en sus respectivos países se eliminaran
los contenidos legales adversos y discriminatorios frente a las
mujeres; tarea que requería gran trabajo y creatividad que no
siempre obtenía los resultados esperados.
Igual situación
comprobaron en sus continentes las feministas asiáticas y africanas.
Frente a ese panorama, comenzó a gestarse una propuesta
reflexiva en torno al papel del derecho y a las estrategias que
podrían desarrollarse para hacer más efectivo su accionar Dos años
mas tarde, un grupo mas amplio de feministas reunidas en Costa
Rica, optan por crear un espacio socio jurídico que asuma la tarea
de convocar a muchas mujeres para articular esfuerzos, potenciar
análisis y resultados buscando cambios fundamentales que
contribuyeran a la ampliación de la democracia en nuestra región
teniendo como estrategia de transformación el uso del derecho para
superar la exclusión y discriminación de las mujeres.
Hace 20 años,
este grupo, se constituye legalmente, con sede en la ciudad de
Lima, Perú.
El primer gran reto asumido colectivamente fue el de
contribuir a la promulgación de leyes en contra de la violencia
hacia la mujer.
Convencidas de que este fenómeno universal es
una de las manifestaciones tangibles de la discriminación contra las
mujeres, CLADEM acometió la tarea de sumar esfuerzos para la
formulación de leyes que sancionaran la violencia contra las
mujeres.
En menos de 10 años, casi todos los países de América
latina poseían una ley que la proscribía, logrando con ello:
1. Que el derecho incursionara en el ámbito doméstico, para
establecer mecanismos relacionales basados en la igual dignidad
de las personas, en derechos y deberes mutuos, en contravía de lo
legitimado como potestativo del jefe de familia para ejercer derecho
de vida y en algunos casos de muerte, sobre su esposa e hijos-as.
2. La utilización de esta herramienta legal, no solo produjo cambios
en la vida de las mujeres, también, en buena medida, en la
percepción y las valoraciones de los administradores de justicia y de
la sociedad en general acerca de la violencia contra las mujeres:
así,
una expresión cultural patriarcal establecida y legitimada, se torna
socialmente repudiable y jurídicamente sancionable.
Independientemente de que esa violencia se siga produciendo, se
ha ido instalado en la conciencia colectiva como un delito.
Otro reto, se plasma en nuestra incursión en los espacios
internacionales y regionales creados para garantizar los
derechos humanos: las conferencias mundiales de Derechos
Humanos, la de la Mujer, la de Población y desarrollo, entre otras,
fueron la puerta de entrada.
La producción de información, la
realización de tribunales específicos, los petitorios, los informes
producidos contribuyeron a que el sistema universal,
paulatinamente incorporara explícitamente en su discurso la
necesidad de garantizar la no discriminación y hacer visibles las
formas en que ella se expresa en todos los campos de la vida de las
mujeres, y las consecuencias que la opresión y subordinación
produce en los procesos de desarrollo social.
Nuestro esfuerzo y
experiencia se enriqueció en el debate con el movimiento mundial
de mujeres, al compartir saberes y trazar estrategias colectivas.
Como todo producto histórico debe dar razón de su tiempo, en
nuestro empeño fuimos descubriendo la necesidad de cambiar el
derecho para que sus concepciones incluyeran las perspectivas de
las mujeres, haciendo visibles las diferencias que subyacen al
hecho de ser mujer en una sociedad patriarcal y que al ignorarse,
pueden convertir un tratamiento igual en injusticia.
Nuestros
cuestionamientos a las concepciones androcéntricas del derecho y
de la administración de justicia ganaron espacios de debate en los
ámbitos judiciales y académicos al mismo tiempo que apoyábamos
en toda la región las acciones afirmativas que conducían a disminuir
desigualdades históricas dando paso a un mayor posicionamiento
de las mujeres en espacios de decisión sociales y políticos.
Los retos fueron creciendo y las tareas se fueron diversificando:
las propuestas de ley, las mesas de trabajo, las asambleas
constituyentes en un período de reformas o consagración de
nuevas constituciones, y la asistencia legal a las mujeres que nos
llevaría hasta el litigio internacional.
Convencidas de que la igualdad ante la ley no significa
necesariamente igualdad frente a la vida, hemos buscado incidir en
la construcción de políticas públicas para lograr transformaciones
culturales que propendan de un lado, por el afianzamiento de la
igualdad y la universalidad reconociendo la diversidad y de otro, que
provean los medios para garantizar mayores oportunidades a
quienes se ha puesto socialmente en situación de desventaja.
Los Comités que monitorean el cumplimiento de los estados con
respecto a los tratados internacionales con sus observaciones y
recomendaciones generales nos han dotado de herramientas para
la exigibilidad frente a nuestros estados.
En la alianza con otras, el CLADEM ha contribuido en América
latina y el Caribe hispano al reconocimiento de derechos para las
mujeres que ya existían pero que a nosotras se nos negaban; a la
formulación de nuevos derechos y al surgimiento de campos
innovadores para el derecho en ámbitos definitorios de la intimidad
y la identidad, que necesitan ser incorporados al ideario libertario y
tornarse intangibles para cualquier tipo de poderes.
Para fortalecer estos desarrollos de la igualdad y la autonomía personales es que
defendemos el Estado de derecho y al mismo tiempo respetuosas
del derecho de toda persona a diversas profesiones,
manifestaciones de fe y otras espiritualidades o la ausencia de
ellas, propendemos por los estados laicos para que los planes de
vida de las personas respondan al libre desarrollo de la
personalidad.
Democracia interna y Alianzas:
Internamente hemos buscado la coherencia para aclimatar una
participación realmente democrática.
Tanto la estructura para la
toma de decisiones como el ejercicio mismo de decidir son
cuidadosamente adelantados y promovidos para que cada
articulación nacional y dentro de ellas, cada organización o
compañera, pueda proponer o disentir como un ejercicio de
autonomía.
Actuar con otras y otros, asumirnos como actoras políticas, ha
potenciado la construcción de alianzas con nuestras pares, con el
movimiento de derechos humanos y con diversos movimientos
sociales.
Somos tributarias del movimiento feminista regional e
internacional y propendemos por el fortalecimiento de la sociedad
civil afirmada en los derechos humanos, lo que nos lleva
necesariamente a trabajar por la igualdad entre varones y mujeres,
no solo como inclusión, sino como pares que aportan nuevas
visiones para la construcción de una sociedad más plural y pacífica.
Las alianzas nos han enseñado que mas allá de sumar fuerzas, nos
compelen al diálogo, a reconocernos, contribuyendo a
reconceptualizar nuestras propias metas y a ampliar el universo de
nuestras visiones.
En el rol de defensoras de derechos humanos hemos debido
enfrentar los embates del poder ejercido por algunos gobernantes
que consideran que quienes los defienden, exigen, o denuncian sus
violaciones, son enemigos-as del Estado.
Por esto, el otorgamiento
del Premio Rey de España de Derechos Humanos tiene para
nosotras una inmensa significación: En primer lugar, es un claro
respaldo al trabajo realizado y en segundo lugar, al emanar de
instituciones que han contribuido a aclimatar la democracia en
España, reafirma la legitimidad de nuestro esfuerzo, su validez ética
y finalmente, la mirada sobre nuestros países se convierte en apoyo
protector que nos demuestra que no estamos solas.
Al mismo tiempo se erige en reto para seguir adelante, diversificando
nuestras acciones para lograr concretar el ideal de que las mujeres
vivamos una vida libre de violencias y discriminaciones.
Para el pueblo español y sus autoridades, renovamos nuestro
agradecimiento.
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