La conciliación y la corresponsabilidad siguen siendo imposibles


La conciliación y la corresponsabilidad siguen siendo imposibles

21 07 2009

Esta imposibilidad queda clara en un estudio, dirigido por Vicente Peña y llevado a cabo por profesorado de la Universidad de Oviedo, donde se revela que cuidar a un hijo/a, al menos en Asturias (pero seguro que se puede hacer extensible al resto de España, al menos), sigue siendo una tarea, básicamente de mujeres. El estudio se titula ´La experiencia de la paternidad y la maternidad: análisis del discurso de las creencias sobre la crianza y el cuidado infantil´.

Es cierto que el papel de los varones ha cambiado algo: los padres ya se ocupan de algunas labores de la crianza, fundamentalmente por la noche, pero ellas siguen teniendo el mayor peso y responsabilidad en el cuidado infantil.

Las madres se quejan de que la colaboración de sus compañeros es escasa. Ellos, de que cuando hacen una labor, sus mujeres les exigen que la hagan exactamente como ellas quieren. Y algo preocupante: la madre mantiene un sentimiento de culpa por no poder ocuparse en todo momento de sus hijos. Un sentimiento que ellos no tienen.

La primera fase del estudio, la de diagnóstico, revela que los varones participan en las tareas de cuidado infantil, pero la mayor implicación corresponde a la mujer. Asimismo, se concluye que padres y madres mantienen viejos modelos de relación parental que demuestran la persistencia de las estructuras sociales de género. El estudio indica que la madre sigue llevando el mayor peso de la crianza y que tiene un sentido de culpabilidad cuando debe dejar a los hijos al cuidado de otros para ocuparse a su profesión. En cambio, en el varón no existe ese sentimiento.

El padre se ocupa de más tareas de las que se encargaba el abuelo, pero son, fundamentalmente por la noche: bañar a los niños, acostarlos, o también llamar al médico o acudir a las reuniones del colegio. Y todo eso lo hace con el apoyo femenino.

Las madres se quejan de llevar el mayor peso del cuidado de los hijos; aseguran que ellos se escaquean ; que no asumen que las responsabilidades son de ambos: “El dice, qué te hago?”; y que “por hacer algo un día, creen que ya han hecho mucho”. Pero ellos aseguran que no asumen más, porque sus mujeres les obligan a hacer las cosas enteramente a su modo: “Hasta cuando preparo un huevo frito debo hacerlo como ella dice”. Ellas, algunas veces, reconocen que es así: “Cuando nació el niño, no le dejaba cambiar ni un pañal, porque pensaba que nadie lo haría como yo”.

El matriarcado sigue pesando en la crianza, de tal forma que se prefiere que sean las abuelas maternas, las que, subsidiariamente se ocupen de los niños y, por orden de preferencia siguen las abuelas paternas, las hermanas de la madre y las hermanas del padre. Sólo si no es posible obtener la cooperación en todos esos casos, se echa mano de los parientes varones.

Lo peor de todo es el sentimiento de culpa de las mujeres por tener que dejar a sus hijos en manos ajenas para desarrollar su profesión, y también que son ellas las que dejan el trabajo en el caso de que el cuidado de los hijos exija la dedicación exclusiva de uno de los progenitores. También son las madres las que en la mayoría de los casos solicitan jornadas de trabajo a tiempo parcial para ocuparse de los niños

Todo eso aparece en un estudio realizado por tres profesores de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Oviedo, parcialmente finalizado y que ha sido recogido ya por varias publicaciones de prestigio.

(Fuente: La Voz de Asturias - 20/07/2009 )

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