MANEJO CUANDO SE PIERDE UN AÑO ESCOLAR
¿Qué hacer ante el fracaso escolar? Expertos dicen que los castigos solo empeoran todo
Las reacciones impulsivas acentúan el fracaso del niño.
En Colombia, al año reprueban sus estudios un promedio de 345.000 niños y jóvenes alumnos de primaria y bachillerato.
"Usted siempre ha sido un estudiante muy regular. Ya sabía que iba a perder el año".
Esa es la frase -de las muchas que le dijeron- que más recuerda Rafael Santiago Bueno, de 21 años, de aquel día de finales del 2001 en que tuvo que informarles a sus papás que había perdido noveno.
"Me la dijo mi papá y aunque no hubo castigos ni tanta cantaleta, nunca me olvido de esas palabras", dice Bueno, quien entonces tenía 15 años y era alumno del liceo Juan Ramón Jiménez de Bogotá.
Ese año había comenzado con el pie izquierdo. "Perdí prácticamente todas las materias en los primeros bimestres. Ya en el cuarto me fue mejor, pero no alcancé a recuperar el año, a pesar de que me pusieron una psicóloga", recuerda. Pero no lo logró, según él, porque creó mala fama entre los profesores y "sacarles esa idea de la cabeza es muy difícil".
La pérdida del año trajo incertidumbre a su casa por varias semanas. "Me daba pena mirarlos a la cara".
Una situación similar -probablemente más difícil- se vive por estos días en muchos hogares por cuenta del fin del período escolar en los colegios de calendario A.
"Perder el año tiene un impacto especial tanto en padres como en hijos. No es un evento que pueda pasar desapercibido para la familia", dice la psicóloga María Elena López, especializada en niños.
Vale la pena recordar que en el territorio nacional se encuentra vigente la polémica norma que desde el 2 de febrero del 2002 establece que ningún colegio puede hacer repetir el año a más del 5 por ciento de los estudiantes.
Pero con norma o sin ella, y por diversas razones, la realidad es que muchos estudiantes siguen reprobando y que las formas de reaccionar frente a este hecho son muy variadas.
"Atendí en consulta a un papá que decía que su futuro se había afectado a 20 años por la pérdida de un año escolar de uno de sus hijos", señala López, explicando que el hombre sumaba la parte económica a la frustración emocional que sentía y a la tristeza por los planes de universidad y futuro laboral que él consideraba truncados por el desliz de su primogénito.
Otros, sin embargo, lo toman con un poco más de calma, aunque en general la primera reacción ante el hecho es de rabia, frustración, tristeza e impotencia.
A los niños también los impacta y mucho, asegura la especialista. "Aunque a veces parezca que no, les afecta cantidades y en diversos aspectos que son importantes cuando se está en la niñez o adolescencia".
Explica que, por ejemplo, se puede ver mellada su autoestima (por sentirse menos inteligentes que otros) y los puede afectar el temor de no volver a estar con sus amigos (porque ellos pasan a otro año) o a un castigo de los padres (que depende de la relación que tienen con ellos) y la incertidumbre de cómo será el nuevo año, entre otros.
¿Qué hacer ante la pérdida?
Una vez enfrentados a la pérdida de un año, lo más importante es evaluar la situación. "Perder el año no tiene que ser una tragedia familiar, pero tampoco es un asunto que deba tomarse a la ligera", dice López.
Como primera medida, la especialista recomienda no reaccionar con la cabeza caliente o sin medir las consecuencias de lo que se diga.
Muchas veces los padres se enteran en la reunión final de entrega de notas, donde la mayoría logra guardar la compostur.
Otros esperan a llegar al carro o la casa para expresar su ira y frustración, descalificando por completo a los niños.
López considera que ambos comportamientos son errados. "Lo ideal es retomar la situación entre los dos padres y en presencia del hijo, cuando los ánimos estén calmados".
"Es importante que los padres trabajen con el colegio, que se acerquen a las profesoras, que pregunten dónde estuvieron las fallas de su hijo y que acepten los consejos de los maestros", agrega.
María Cristina de Robledo, coordinadora académica del colegio Clara Casas Morales, de Bogotá, está de acuerdo.
En su opinión, cuando una alumna pierde el año generalmente la reflexión que se le hace a los padres es que lo deben tomar como una oportunidad de mejorar.
López explica que generalmente en el colegio tienen clara la situación del estudiante y poseen información valiosa para los padres acerca de sus hábitos de estudio, sus habilidades, sus carencias, sus gustos y aquellas áreas en las que debe mejorar.
Una vez los padres obtienen esa información deben evaluarla, analizarla y tomar decisiones.
No deben olvidar que no toda la responsabilidad es del estudiante y que, por lo general, tras un fracaso escolar hay alguna situación familiar que está incomodando al joven.
"Perder el año me sirvió mucho -reconoce Rafael Bueno-. Mis papás aceptaron cambiarme y ya en otro lado todo fue diferente".
Hoy no se siente solo. Hace mes y medio aprovechó su 'adicción' a la página web Facebook para crear el grupo 'Yo también tuve matrícula condicional o perdí algún año', que hoy tiene 320 miembros. Y casi todos recuerdan su amarga experiencia con hilaridad.
Resuelva el lío sin escándalo
Comparta sus preocupaciones con el colegio. No solo evalúe el resultado del estudiante con las calificaciones.
Identifique de manera detallada las dificultades. Los niños deben saber puntualmente en qué fallaron.
Hable con el niño. Pregúntele qué piensa y cómo cree que se podrían solucionar las dificultades. Aún los más pequeños tienen una idea sobre lo que pasa.
Los castigos, los insultos y las descalificaciones son inservibles y hacen que el niño se atasque más en la dificultad.
No haga tanto énfasis en las dificultades. Concentre sus esfuerzos en buscar la raíz del problema y plantear estrategias constructivas.
TATIANA MUNÉVAR B.SUBEDITORA DE VIDA DE HOY
Las reacciones impulsivas acentúan el fracaso del niño.
En Colombia, al año reprueban sus estudios un promedio de 345.000 niños y jóvenes alumnos de primaria y bachillerato.
"Usted siempre ha sido un estudiante muy regular. Ya sabía que iba a perder el año".
Esa es la frase -de las muchas que le dijeron- que más recuerda Rafael Santiago Bueno, de 21 años, de aquel día de finales del 2001 en que tuvo que informarles a sus papás que había perdido noveno.
"Me la dijo mi papá y aunque no hubo castigos ni tanta cantaleta, nunca me olvido de esas palabras", dice Bueno, quien entonces tenía 15 años y era alumno del liceo Juan Ramón Jiménez de Bogotá.
Ese año había comenzado con el pie izquierdo. "Perdí prácticamente todas las materias en los primeros bimestres. Ya en el cuarto me fue mejor, pero no alcancé a recuperar el año, a pesar de que me pusieron una psicóloga", recuerda. Pero no lo logró, según él, porque creó mala fama entre los profesores y "sacarles esa idea de la cabeza es muy difícil".
La pérdida del año trajo incertidumbre a su casa por varias semanas. "Me daba pena mirarlos a la cara".
Una situación similar -probablemente más difícil- se vive por estos días en muchos hogares por cuenta del fin del período escolar en los colegios de calendario A.
"Perder el año tiene un impacto especial tanto en padres como en hijos. No es un evento que pueda pasar desapercibido para la familia", dice la psicóloga María Elena López, especializada en niños.
Vale la pena recordar que en el territorio nacional se encuentra vigente la polémica norma que desde el 2 de febrero del 2002 establece que ningún colegio puede hacer repetir el año a más del 5 por ciento de los estudiantes.
Pero con norma o sin ella, y por diversas razones, la realidad es que muchos estudiantes siguen reprobando y que las formas de reaccionar frente a este hecho son muy variadas.
"Atendí en consulta a un papá que decía que su futuro se había afectado a 20 años por la pérdida de un año escolar de uno de sus hijos", señala López, explicando que el hombre sumaba la parte económica a la frustración emocional que sentía y a la tristeza por los planes de universidad y futuro laboral que él consideraba truncados por el desliz de su primogénito.
Otros, sin embargo, lo toman con un poco más de calma, aunque en general la primera reacción ante el hecho es de rabia, frustración, tristeza e impotencia.
A los niños también los impacta y mucho, asegura la especialista. "Aunque a veces parezca que no, les afecta cantidades y en diversos aspectos que son importantes cuando se está en la niñez o adolescencia".
Explica que, por ejemplo, se puede ver mellada su autoestima (por sentirse menos inteligentes que otros) y los puede afectar el temor de no volver a estar con sus amigos (porque ellos pasan a otro año) o a un castigo de los padres (que depende de la relación que tienen con ellos) y la incertidumbre de cómo será el nuevo año, entre otros.
¿Qué hacer ante la pérdida?
Una vez enfrentados a la pérdida de un año, lo más importante es evaluar la situación. "Perder el año no tiene que ser una tragedia familiar, pero tampoco es un asunto que deba tomarse a la ligera", dice López.
Como primera medida, la especialista recomienda no reaccionar con la cabeza caliente o sin medir las consecuencias de lo que se diga.
Muchas veces los padres se enteran en la reunión final de entrega de notas, donde la mayoría logra guardar la compostur.
Otros esperan a llegar al carro o la casa para expresar su ira y frustración, descalificando por completo a los niños.
López considera que ambos comportamientos son errados. "Lo ideal es retomar la situación entre los dos padres y en presencia del hijo, cuando los ánimos estén calmados".
"Es importante que los padres trabajen con el colegio, que se acerquen a las profesoras, que pregunten dónde estuvieron las fallas de su hijo y que acepten los consejos de los maestros", agrega.
María Cristina de Robledo, coordinadora académica del colegio Clara Casas Morales, de Bogotá, está de acuerdo.
En su opinión, cuando una alumna pierde el año generalmente la reflexión que se le hace a los padres es que lo deben tomar como una oportunidad de mejorar.
López explica que generalmente en el colegio tienen clara la situación del estudiante y poseen información valiosa para los padres acerca de sus hábitos de estudio, sus habilidades, sus carencias, sus gustos y aquellas áreas en las que debe mejorar.
Una vez los padres obtienen esa información deben evaluarla, analizarla y tomar decisiones.
No deben olvidar que no toda la responsabilidad es del estudiante y que, por lo general, tras un fracaso escolar hay alguna situación familiar que está incomodando al joven.
"Perder el año me sirvió mucho -reconoce Rafael Bueno-. Mis papás aceptaron cambiarme y ya en otro lado todo fue diferente".
Hoy no se siente solo. Hace mes y medio aprovechó su 'adicción' a la página web Facebook para crear el grupo 'Yo también tuve matrícula condicional o perdí algún año', que hoy tiene 320 miembros. Y casi todos recuerdan su amarga experiencia con hilaridad.
Resuelva el lío sin escándalo
Comparta sus preocupaciones con el colegio. No solo evalúe el resultado del estudiante con las calificaciones.
Identifique de manera detallada las dificultades. Los niños deben saber puntualmente en qué fallaron.
Hable con el niño. Pregúntele qué piensa y cómo cree que se podrían solucionar las dificultades. Aún los más pequeños tienen una idea sobre lo que pasa.
Los castigos, los insultos y las descalificaciones son inservibles y hacen que el niño se atasque más en la dificultad.
No haga tanto énfasis en las dificultades. Concentre sus esfuerzos en buscar la raíz del problema y plantear estrategias constructivas.
TOMADO DEL TIEMPO.COM
TATIANA MUNÉVAR B.SUBEDITORA DE VIDA DE HOY
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